sábado, 19 de abril de 2014

Ayer me preguntaron que por qué ella, porque no otra persona que viva más cerca, alguien a quien pueda tener todos los días y blablabla...
Le miré a los ojos y lo único que pasaba por mi cabeza era un "¡¿Qué por qué ella, gilipollas?!" No tenían ni idea de lo que estaban preguntándome. ¿Acaso la habéis visto bien? Claro que no. Hay cientos de razones, cientos por las que es ella la persona a la que amo y no otra.
Como me abraza mientras duerme, sus grandes ojos y eso que transmite cuando me mira, su forma de reírse durante minutos y como se va poniendo roja hasta que no tengo más remedio que reírme yo también, cuando intenta imitar mi acento andaluz, cuando se acurruca en mi cuello y me respira, esa manera que tiene de decirme que me echa de menos, las caras raras que pone a todas horas, cuando espanta a las palomas como una niña pequeña, ella y sus gorros, cuando me pide que le haga el desayuno, su obsesión con HP, esos escalofríos que la recorren cuando le doy besos en el cuello, su forma de bailar, como gesticula cuando canta las canciones de Love of Lesbian, su lunar en el culo, su cara de dormida, lo preciosa que está cuando se arregla, y cuando no lo hace, como me hace sentir cuando está conmigo, e incluso desde el otro lado del teléfono, sus buenos días y sus buenas noches, cuando me llama preciosa, y cuando me llama idiota, la amo porque es así y me encanta que lo sea. Y sí, me vuelvo una moñas cuando hablo de ella, porque es diferente, porque me hace sentir especial, no es una puta copia de todo lo que hay por aquí, y me gustan todos y cada uno de los detalles que la forman.

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