viernes, 29 de agosto de 2014

Porque un sí o un no cambian la dirección de una vida.

En la oscuridad de la noche se encienden unas luces de neón. Esta luz no nos dejará dormir y la cama de este hotel no es tan cómoda como parecía, así que es mejor salir al balcón a tomar el aire y fijar la mirada y atención en las ventanas que hay frente a mí. No soy el único al que le cuesta dormir esta noche. Hace calor. Y la noche encierra decenas de historias de cine mudo, historias que nos evocan aquellas otras historias que pudieron ser y no fueron.
Enciendo un cigarrillo olvidando que hace siglos que no fumo. Y ahí estás tú. En cada esquina. Detrás de cada ventana. Entonces mi mente vuela varios meses atrás, cuando todo se reducía a un sí o un no. Y la vida d las personas que caminan por a calle y de las personas que veo tras los cristales se entremezclan con aquél momento, con lo que fue y lo que podría haber sido, porque un sí o un no cambian la dirección de una vida.

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