viernes, 29 de agosto de 2014

Hoy es miércoles 27, son las 8:15 de la mañana, y ya me han jodido el día. Aún sabiendo que si me gritan, me apremian, o vienen más de una vez a despertarme quedo de mal humor para todo el día, no parecen entenderlo. Lo único que he podido hacer es vestirme, bajar de morros a desayunar y luego salir al jardín, sentarme en uno de los bancos de madera, y respirar hondo. Respirar ese aire que no volveré a respirar hasta dentro de un año, escuchar el graznar de unos pájaros cuyo nombre no consigo adivinar, y algún que otro aullido de un perro perdido calle arriba, contemplar el rocío aún intacto en la hierba y apuntar estas notas que ahora leéis. Hace frío, aún no veo el sol asomarse sobre el muro del jardín, por el que ahora solo se ve un surco anaranjado y unos rayos que esperan para brillar con toda su intensidad. Hace un día claro y se ven perfectamente los Picos de Europa desde aquí, tan erguidos, tan impenetrables, los pájaros siguen cantando y sopla una brisilla fresca de mañana con ese olor a hierba mojada y eucalipto que tanto me gusta.
Cuando vosotros leáis esto, yo ya estaré viviendo en mi rutina hasta que acabe el verano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario